El auge del nearshoring luego del post-COVID ha puesto a México en el foco global como un país con potencial para consolidarse como un destino de relocalización de las cadenas de suministro incluso frente a otras naciones de Asia y, al mismo tiempo, ha puesto sobre la mesa cuál debería ser la ruta a seguir para lograrlo.

El camino para consolidar a México como ‘la meca’ de desarrollo comercial e industrial conlleva también la integración de bases sólidas como un punto de partida que permitan un escenario idóneo para atraer la inversión extranjera, deseablemente, a lo largo y ancho del territorio nacional en el largo plazo.

El Índice de Desarrollo Industrial (IDI) 2023 de FINSA establece cinco elementos clave que responden a distintas preguntas relacionadas con el desarrollo industrial con la finalidad de conocer la capacidad de las entidades federativas en México para dar soporte a esta actividad y así favorecer su crecimiento en el futuro.

La infraestructura, los entornos económico y social, el medio ambiente, así como el talento y la innovación, son los cinco componentes clave que en conjunto revelan las condiciones y, por ende, el potencial de cada entidad para tener así un panorama sobre las oportunidades que se abren para México.

Además de estos elementos, hay otros factores a considerar, como la necesidad de ‘bajar el piso’ para que haya condiciones más o menos equilibradas en las diferentes zonas del país, aunado al otorgamiento de incentivos y sobre todo, certidumbre que permitan a las empresas interesadas en aterrizar en México tener ‘a foto completa’ para decidir invertir.

El IDI 2023 de FINSA engloba estos cinco elementos en la que se plantean interrogantes como si hay espacios adecuados y bien conectados para la actividad industrial, así como si existen condiciones económicas y sociales para favorecer un desarrollo compatible con el medio ambiente, además si hay las circunstancias para la formación de capital humano que se traduzca en innovaciones en el marco del desarrollo industrial.

De este análisis de FINSA se identificaron en total 26 indicadores que fueron medidos por

fuentes confiables de forma diferenciada en las 32 entidades federativas. Al diseccionar las cinco dimensiones se pudo categorizar el nivel de desarrollo, que a su vez dio como resultado cuatro grados distintos: alto, medio-alto, medio-bajo y bajo.

En términos generales, sólo siete entidades concentran en un nivel alto de desarrollo industrial, lo que si bien es alrededor de apenas una cuarta parte del país, el IDI revela también el potencial que tiene el resto de los estados, considerando las distintas condiciones y niveles de desarrollo bajo las cinco dimensiones en los que fueron analizados.

De acuerdo con el IDI 2023, estados del norte como Nuevo León, Coahuila y Chihuahua se encuentran con altas calificaciones dentro del índice ya que tienen un común denominador: son líderes a nivel industrial, ya sea por el alto desarrollo o por tener una posición privilegiada en el mercado inmobiliario industrial.

Respecto a los otros rubros como los entornos económico y social, el medio ambiente y la capacidad para formar capital humano, están en un nivel avanzado y consolidado.

Sin embargo, como un espejo, este escenario contrasta con la realidad que vive el sur del país, que está en los niveles de desarrollo industrial más bajos. Estados como Guerrero, Quintana Roo y Colima, en los que la huella industrial es casi inexistente, sumado a una huella casi inexistente en el Producto Interno Bruto (PIB) de México, poca atracción de inversiones y puntuaciones bajas en indicadores como entorno social, medio ambiente e innovación.

Los estados, su desarrollo y posibilidades

 Los parques industriales, los espacios industriales y las nuevas construcciones, la seguridad de carreteras, la carga aérea, la conectividad de datos y la accesibilidad portuaria de cada entidad son fundamentales para dimensionar el desarrollo de la actividad industrial.

 A nivel de entorno económico, lo que considera el índice para analizar qué tan favorables son las condiciones económicas se concentra en el PIB industrial, diversidad de sectores, exportaciones industriales, complejidad económica y población trabajadora, un indicador en el que destaca favorablemente el norte del país y revela el bajo nivel de algunos estados del sur.

 En ese tenor, para dimensionar el entorno social, el IDI de FINSA considera el ingreso promedio, la percepción de corrupción, las mujeres en el trabajo, la escolaridad promedio y la percepción de inseguridad empresarial.

 El avance de la política climática, la calidad del aire y las energías renovables son elementos que analizan si las entidades están realizando acciones en el medio ambiente compatibles con la actividad industrial, un rubro en el que Coahuila, Chiapas, Jalisco y Michoacán lideran en el nivel más alto.

 Respecto a talento e innovación, el cual busca analizar la capacidad con la que cuenta la entidad para formar capital humano asociado a la industria y para generar conocimiento, se consideraron programas de posgrado, investigadores, solicitudes de invenciones, centros de investigación y graduados de programas STEM.

 Ahí, solo Ciudad de México, Querétaro y Aguascalientes se posicionaron en el nivel más alto, contra Quintana Roo, Oaxaca, Guerrero y Chiapas, que se mantienen en franca desventaja, en este y otras dimensiones.

 El diagnóstico del IDI 2023 de FINSA muestra el contrastante panorama de las entidades del país y su capacidad para el desarrollo industrial, lo que bien podría considerarse como un punto de partida para generar las certezas, condiciones y certidumbre tanto de la esfera pública como privada.